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miércoles, 12 de octubre de 2016

No soy de banderas, menos cuando soy de banderas. O cómo ser tonto pareciéndolo.


Hoy 20 de Octubre, como todos sabréis, se celebra en España y en muchos paises de la orbe mundial el Día de la Hispanidad, por un lado, y el día nacional de España.

Bien, muchos nos quieren vender que si no se debe celebrar la colonización de América, que si eso es celebrar un holocausto (cuando el significado de la celebración no es ese, sino el de una cultura común: el de la cultura hispana.) Curiosamente estos que arengan en contra de la celebración de este día, son los que paralelamente aclaman por la multiculturalidad, pero una festividad que la celebra... la intentan deslegitimizar.

También deben de desconocer que es una festividad que creó la Unión Ibero-Americana en 1913 , o que a diferencia de España, que desde 1958 se denomina Día de la Hispanidad, confirmada en 1981, en otros países de Latinoamérica se sigue usando la denominación de Día de la Raza.

Pero ese no es el caso, ya que podríamos hablar de muchas y muchas incoherencias, y desconocimiento cultural e histórico.

El interés de este post es ver como amparándose en este hecho tenemos a uno de los personajes más pueriles del panorama político actual haciendo uso de ello para volver a quedar como un auténtico bocachancla y un hipócrita.

Si vamos a su twitter nos podemos encontrar con la perla del día:


Y en respuesta a otro usuario, su reperla:


Pues bien... el señor Garzón que dice no creer en patrias, que las banderas son abstracciones, y que detrás de estas se esconden los intereses de los ricos...:











Completamente respetable que una persona no sienta cariño o afiliación hacia un símbolo; el problema se nos plantea cuando esta persona dice no creer en estas cosas pero luego lo vemos posar continuamente con ellas.

¿No crees en banderas, o sólo crees en las que te interesan?

Lo preocupante también surge cuando esta persona se intenta erigir, a través de sus tweets, como una especie de ejemplo moral o creador de opinión, pero vemos que esta moral y/o opinión es hipócrita e interesada.

Es por ello que, sin lugar a dudas, Alberto Garzón se erige como uno de nuestros tontos útiles (o inútiles) más destacados de la actualidad.